miércoles, 18 de mayo de 2011

El legado a los hijos

La semana pasada leí en el periódico ADN una columna de opinión de Mariola Cubells que me resultó bellísima y que me hizo recordar muchas cosas...Aquí os la transcribo y espero que os guste tanto como a mí...


"Estos días azules y este sol de la infancia", como dijo el poeta. Y más cosas. Los besos, por ejemplo. Besos de mariposa o besos de pingüino. Las frases de consuelo cuando se hacían daño. Las rabietas absurdas que acababan en nada. O en abrazos gordísimos. Y la risa. Sobre todo la risa.

Los viajes a la Luna conversando en la cama. Las mañanas, dulzonas, del domingo. La mirada de amor de los abuelos. Los amigos que traían a casa piruletas, camisetas con lema o pompas de jabón.

Las tardes de verano, largas, con chapuzones. Esos días gloriosos en que no trabajábamos y estábamos, enteros, a su disposición. Todas las volteretas, y todas las cosquillas que les hicimos. Aprender a nadar. Patinar. Abrazarlos. Su entusiasmo tras quitarle a la bici las ruedas de detrás. Siestas en el regazo. Las sonrisas amplísimas para quitarle el miedo.

Escuchar con asombro sus dramas del colegio. Aquel cuento de siempre, deshilachado ya, que leímos mil veces. Aquellas pataletas por asuntos triviales: desenredarse el pelo, por ejemplo. Las canciones payasas. Las canciones de amor. Los baños en el mar. El disfraz de princesa. El ratoncito Pérez. O los tiempos verbales que conjugaban mal. Aprender a escribir. A sumar. A esperarse. A parar de llorar.

Esas noches, perfectas, en casa de sus primos. Los abrazos de calma tras una pesadilla. El amor sin las treguas, el perdón instantáneo, la fe ciega en nosotros. Éstas serán sus armas de futuro. No podremos legarles mucho más...

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